e-mail

enderezo electrónico identidadetradizon@yahoo.es





miércoles, 11 de agosto de 2010

Fiestas de la identidad galaica: A FESTA DO BOI de Allaríz y A RAPA DAS BESTAS


Quien escribe estas líneas, no es amante de la tauromaquia ni de cualquier tipo de fiesta donde se exhiba la crueldad y el ensañamiento con animales. Deo gratia, en Galiza, la afición a las corridas de toros son una minoría y con escasa implantación.

En ciudades como A Coruña o Pontevedra, las únicas con corridas de toros en Galiza, dichos eventos son subvencionados por todos los contribuyentes. Las plazas de toros existentes se derruyeron debido a que no eran rentables. Y las corridas actuales en Galiza generan perdidas millonarias. Los toreros cobran y ganan lo suyo, los empresarios de dicho sector cobran y embolsan dinerito y el ciudadano gallego paga por algo alóctono, que no pertenece ni a sus tradiciones, ni a sus íntimos sentimientos, ni a su cultura. Pagamos la gran mayoría de los gallegos por algo que ni nos interesa ni que vemos arte alguno en el ruedo taurino. Por algo que no forma parte de nuestra identidad gallega. En Galiza no haría falta alguna debatir si prohibir o no las corridas, simplemente se arruinaría el empresario que no contase con el respaldo económico de la Administración.

Por mucho que magistralmente explique Sánchez-Dragó sus orígenes cretenses o pretéritos ritos mitraicos, sigo opinando que es algo ajeno al alma atlántica galaica. Y es que las raíces de la identidad galaica tienen su origen en el arco atlántico céltico y así pues es diferente en este sentido de la mediterránea, donde sí tiene arraigo ese tipo de celebración.

Federico Traspedra

Existen dos fiestas ancestrales en Galiza donde los animales son los protagonistas. Una es de origen medieval: La fiesta del buey de Allariz. La otra es de origen posiblemente céltico y de mayor difusión a lo largo y ancho del país gallego: La rapa de las bestias, de los caballos salvajes.

En ambas fiestas, lógicamente con diferencias, el valor del mozo, del hombre ante el animal es el denominador común como rito de paso, quase prueba iniciática. Y curiosamente, aunque los “roji-verdes” ecologistas protesten por maltrato animal, lo cierto es que no existe sacrificio alguno ni la sangre del animal se ve por ningún sitio. Son fiestas éstas donde la valentía y el coraje del hombre, se enfrentan al animal enfurecido.

A FESTA DO BOI

La “fiesta del buey”, a festa do boi, se celebra en la villa ourensana de Allariz. Dicha villa es ejemplo en la actualidad de cómo debe de conservarse y restaurarse el legado etnográfico, artístico y paisajístico del país gallego. Permítasenos aconsejar su visita, callejear entre casas con historia, visitar la fundación del ilustre identitario y galleguista Vicente Risco y deleitarse a orillas de su río… no quedará nadie decepcionado.

Los orígenes de esta fiesta tienen sus raíces en la edad media. Cuenta la leyenda que la fiesta tuvo su origen a raíz de las mofas, insultos y escarnios que la colonia judía hacía los cristianos que iban en procesión por la fiesta del Corpus. Cuando dicha procesión pasaba por la zona de Socastelo, parte ésta de la judería, los ánimos se caldeaban en exceso. Y en esto que apareció un personaje, Xan de Arzúa, hombre de convicciones religiosas y dispuesto a poner fin a las afrentas de los hebreos irrespetuosos. Así pues un año salió a lomos de un buey con sacos de hormigas y ceniza, que lanzó sobre aquellos que alteraban el orden de la procesión.

Como recuerdo de este incidente, así en la fiesta del Corpus, se corría un toro o un buey (como sucede en los sanfermines pamplonicas) por las calles de la villa. Xan de Arzúa dejó parte de su capital en tierras y con las rentas se pagaba el alquiler del buey así como otros gastos de la festividad del Corpus, que administraba el Concello.

Se desconoce cuando dejó de celebrarse la festa do Boi en Allaríz, pero se mantuvo viva de alguna manera puesto que la recuperación de la fiesta tuvo lugar allá por el año 1983, merced a la voluntad e iniciativa de un grupos de vecinos alaricanos, que desde siempre oyeron hablar con nostálgia a sus mayores, puesto que pervivía en la memoria colectiva de los habitantes de esa bellísima villa ourensana. Al principio, la fiesta duraba tres días y con el auge, difusión y participación, ha pasado en la actualidad a nada más y nada menos que a 9 días de fiesta.

La Fiesta del Buey- “Festa do Boi”- de Allaríz, fue declarada fiesta de interés turístico por la Xunta de Galiza el 18 de Mayo de 2006. Y según la web oficial de Allaríz, esto supuso un respaldo, pero en absoluto económico y sí la afirmación y el prestigio de los habitantes de Allaríz por mantener viva su identidad y tradición.



A RAPA DAS BESTAS

Se intuye el origen de esta fiesta, donde hombre y caballo son los protagonistas. Lo cierto es que según algunos antropólogos, nos tendríamos que remontar en el tiempo para encontrar este tipo de celebración nada más ni nada menos que en la Edad del Bronce.

En esta fiesta podemos observar que además de rito de paso, propiamente dicho, podría considerarse en sus orígenes míticos como una auténtica prueba iniciática -que nos diría Mircea Elíade- donde el joven doma a un animal salvaje, en el transcurso de su camino iniciático. Así pues, el joven es “iniciado” en la madurez, a través de la experiencia de convertirse en un “aloitador” (luchador). Ingresa con este rito de paso en la comunidad de su pueblo o aldea, a través de la vivencia de la lucha con un animal salvaje al que enfrentarse y someter por su propia fuerza y habilidad para tumbarlo. Realiza con este rito la victoria y el triunfo y así se autoafirma como varón en la búsqueda de su propia identidad. Y así veríamos que en Galiza pervive esa alma céltica y atlántica que tiene en esta fiesta grandes analogías con la tradición irlandesa.

El rito de la rapa de las bestias, de los caballos salvajes criados en las montañas galaicas, consiste en “marcar” y “cortar-rapar” las crines de los animales. Y todo ello tiene lugar en el “curro”, es decir, el recinto donde se acorralan a los caballos y sus potros.

Y la temporada donde el denominador común es el mismo, es el verano, cuando los hombres suben a montes y montañas a buscar a los animales para bajarlos a las aldeas situadas en laderas de los valles y ahí en los “curros”, realizar dicho acontecimiento. Primeramente los vecinos localizan las manadas de caballos. De seguido aprietan el cerco lentamente para así poder encaminar a las manadas hacia unas vaguadas que les llevarán a los “curros” y así allí poder “cabalgar y domar” a los animales.

Es ésta una fiesta típica del norte y del centro de Galiza. Son de destacar entre varias, las siguientes: En la provincia de A Coruña, se celebran estas rapas en A Capelada (Cedeira), Campo da Areosa (Vimianzo) y As Cañizadas (Pobra do Caramiñal). En la de Lugo, tenemos la de Candaoso (Viveiro), Campo do Oso (Mondoñedo) y San Tomé (Valadouro), mientras que en la provincia de Pontevedra, tenemos la más conocida, que es la de Sabucedo (A Estrada), Mougás (Oia), Morgadáns, O Galiñeiro y San Cibrao(Gondomar), Monte Castelo (Cotobade), Paradanta (A Cañiza) y la de Domaio (Moaña).

Algún avezado dirá que un caballo no tiene el mismo peligro que un toro, ya que el toro de lidia pesa más kilos, embiste fieramente y tiene cuernos… no es comparable, ciertamente. Pero un caballo salvaje también tiene sus buenas defensas. De una buena coz de un caballo pueden llegar o unas costillas rotas, o una cara destrozada, o unos intestinos reventados o incluso la propia muerte.

Estas fiestas das “rapas das bestas” conservan todavía ese alma rural, esa evocación céltica, esa magia festiva improvisada que es esencia de la profundidad de la identidad gallega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario