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miércoles, 11 de agosto de 2010

Afinidades de dos pueblos atlánticos: Galiza e Irlanda




“…sinus dehiscit incolis Oestrymnicus inquo insulae sese exerunt Oestrymnides, laxe yacentes et metallo divites stanni atque plumbi...ast hinc duobus in sacram, sic insulam dixere prisci, solibus cursus rati est. Haec inter undas multam caespitem iacet eamque late gens Hiernorum colit.propinqua rursus insula Albionum patet.” Fragmento de la “Ora Marítima” de Rufo Festo Avieno.

“bajo la cumbre de este promontorio, se expande la ensenada que llaman los nativos Oestrimnida, en la que se muestran a lo largo las islas Oestrimnidas, ricas en metal de estaño y plomo…desde aquí para llegar a esta isla en navío, el viaje es de dos días. Acostada está la isla, llena de hierba, entre las olas del mar, habitado por el pueblo de los Hiernos. A su vez tiene cerca de si la isla de los Albiones”


Quizás sea esta la primera referencia escrita de las islas británicas, de Irlanda y Gran Bretaña, en referencia a los dos topónimos en su forma griega, Hierne (Irlanda) y Albión (Inglaterra), donde el romano Avieno nos describe el comercio de los tartesios con los oestrymnios (celtas galaicos), de los cuales tiene constancia que estos últimos navegan en barcos de cuero hacia el norte, hacia Irlanda, aprovechando las corrientes marítimas y llegando a la verde isla en dos días.


Y es que Galiza limita al norte con Irlanda. Lógicamente, las afinidades, paralelismos y analogías en ambas culturas son obvias y nos atreveríamos a decir que ello es debido a un origen y sustrato étnico común, a una ancestral tradición espiritual pagano-cristiana y a una alma mística de dos tierras y pueblos que miran hacia sus verdes interiores y hacia los azules atlánticos, como son Eire y Galiza.


Paralelismos en el paisaje y en el paisanaje
Comencemos pues señalando una afinidad geográfica como pueden ser las costas de ambos países, cosa sorprendente si comparamos las siluetas de ambos límites geográficos y observamos sus rías, bahías y cabos con detenimiento, como reparó el maestro Vicente Risco allá por 1921 . Y es que las rías galaicas son muy semejantes a las rías irlandesas, mientras que los “ fiths” escoceses son más semejantes a los fiordos escandinavos. En Irlanda los cabos Malin y Fanad, los más septentrionales, corresponderían con el extremo norte de nuestra península ibérica, que es el maravilloso cabo de Estaca de Bares y el cabo Ortegal. Seguidamente encontramos la bahía de Foyle que correspondería con la ría de Viveiro. La de Swilly correspondería con la de Ortigueira. Hacia el Oeste la costa irlandesa tiene la misma forma que la galaica hasta el cabo Teelin, que sería el cabo Prior y bahía de Donegal sería la análoga de la ría de Ferrol. Continuamos hasta la bahía de Killala que correspondería con la de Coruña y hasta el cabo irlandés de Achill, que sería el cabo gallego de Touriñan. El cabo Fisterra sería el cabo Llyne. La bahía de Galway correspondería con la ría de Arousa, la del Shannon con la de Pontevedra y la de Dingle con la majestuosa de Vigo, las islas Blasket con las islas Cíes y Tralee con Baiona. Estas son los paralelismos geográficos que nos relata un joven Risco. Una anécdota personal afirmó estas curiosas afirmaciones y es que hace unos 15 años, una joven irlandesa, Graìnne, de visita por nuestra Costa da Morte, (que también es Costa de Vida), al llegar a Muxía y a Fisterra, se quedó sorprendida, encantada, maravillada por la similitud con su Tralee natal. Había descubierto la Irlanda del sur, Galiza, ambas tierras bravas, tierras húmedas y fértiles, tierras atlánticas y graníticas.

Coincidencias geográficas de dos tierras atlánticas, coincidencias de dos pueblos célticos que mirando al Atlántico vieron la sangría de la emigración de sus hijos surcando sus aguas atlánticas hacia las Américas, para paliar las precarias situaciones económicas de su pueblo trabajador, labradores y marineros sometidos a noblezas traidoras y a leyes extranjeras, inglesas en un caso, castellanas en el otro... “Thousands are sailing” cantaba el mítico conjunto musical irlandés The Pogues, a los hijos de Irlanda que se veían obligados a dejar atrás su amada tierra.

El amargo calificativo de “wild irish”, salvaje irlandés, sinónimo de basto, bruto, tonto tenía ese significado para el anglo-sajón; “gallego”, como bruto, burro de carga, tonto, tuvo ese significado para las pérfidas clases dirigentes castellanas. Imaginamos que a estas alturas de la historia, quedarán bien pocos “imbéciles e escuros” como los calificaría nuestro bardo Eduardo Pondal que sigan pensando – en ambos casos y direcciones, por supuesto- en tales coordenadas, pues serían unos auténticos dementes y peligrosos inconscientes del futuro-presente de sus patrias carnales y de la vieja Europa.

Irlanda y Galiza además de compartir unas curiosas similitudes geográficas y paisajísticas, también poseen afinidades de paisanaje. Y precisamente por esto y no por ningún otro avatar elucubrado por los “rojiverdes”, justamente por compartir ese paisanaje, por poseer sustratos étnicos comunes, compartimos Tradición y religiosidad común, arqueología y antropología afines.

La antigua leyenda galaico-irlandesa, ¿confirmada por la genética?
Obligadamente tenemos que tomar por referencia una importante fuente medieval como es “El libro de las invasiones”, en gaélico “Leabhar Ghabhala”, donde se nos relata real y fantásticamente la genealogía de las invasiones de Irlanda, que se suceden a lo largo de su mítica historia. La leyenda y la historia se entremezclan cual entrelazo propio del arte céltico. Fue escrito sobre el año 1.100 en el monasterio de Terriglass bajo la dirección del obispo de Kildare, Finn Mac Gorman y con el beneplácito del rey de Leinster, Dermot Mac Murrough. Se suceden los míticos Partholon, Nemhed, los oscuros Fir-Bolg, los Tuatha de Danann y la expedición de los hijos de Mil desde España hasta Irlanda. “Ro cumdacht cathair iaromh la Breogham isin Easpain, Brigantia a hainm y do ronadh tor lais ara hienehaibh, dia ngoirter Tor Breoghan”: (“Después Breogán fundó una ciudad en España, llamada Brigantia y construyó una torre al lado, llamada la Torre de Breogán”). Breogham, mítico rey celta galaico, funda la ciudad de Brigantia (Betanzos, castro situado en la confluencia de dos ríos, en honor a la diosa céltica Brigantia, de la cual se conservan representaciones escultóricas en nuestro antiguo arte europeo), y en ella erige una torre al lado del mar, entre otros usos como guía nocturna para navegantes. En un atardecer invernal, Ith, hijo de Breogham, sube a lo alto de la torre y en la lejanía del océano, le parece divisar una tierra desconocida. Pidió el consentimiento de su padre y la expedición se efectuó, pero antes su padre Breogham, aconsejó a su hijo que hiciese el viaje montado en su caballo a bordo de la embarcación, como augurio de regreso a su hogar después de conocer aquella misteriosa tierra, que no era otra que Irlanda. Ith junto con su hijo Lughaidh y demás compañeros de expedición arriba a las costas irlandesas y es muerto a manos de los Tuatha de Danann. Su padre en venganza envía otra expedición y allí con su ejército al mando de Mil. Arriban de nuevo los celtas galaicos, los hijos o tribu de Mil a la isla de Hibernia. Pero antes la tribu de Danann, los Tuatha de Danann (considerados dioses hiperbóreos blancos que habitan en sus moradas-palacios bajo la tierra de la isla), con su magia encubren de niebla la isla, mientras que el druida galaico Aimirgin invoca la tierra de Irlanda y a los elementos, logrando vencer su magia. Entonces desembarcan y los Tuatha de Danann son derrotados en la batalla de Sliabh Mis. La mujer de Mil, Scota (de cuyo nombre procede Scotia, Escocia), es muerta en la batalla. Se suceden otras batallas hasta dominar por completo la isla. Esta invasión de los celtas galaicos a través del mar, no sería expulsada de la isla por otro pueblo, siendo su presencia ininterrumpida en Irlanda hasta siglos posteriores con la llegada de los vikingos, escoceses e ingleses.

Hasta aquí hablamos de mito y leyenda recogida en la floreciente y esplendorosa edad media irlandesa. Si bien los historiadores anti-celtistas (ora marxistas , ora derechistas) creían que esto no era mas que un bonito cuento que a los viejos galleguistas y asturianistas les encantaba para justificar orígenes míticos e identitarios, las recientes investigaciones sobre genética están demostrando a todos y complementando, lo que a los ojos de los historiadores marxistas y su método sobre cultura económica y material que puede aportar para ellos la arqueología, que los viejos mitos indoeuropeos y en este caso en particular galaico-irlandés, para su desgracia y para nuestro orgullo se verifican por otros canales de investigación.

Los historiadores británicos siempre han creído que las islas británicas fueron invadidas en la Edad del Hierro por los celtas de la Europa central sobre el 500 a.C., pero los genetistas del Trinity College de Dublín ahora reivindican que escoceses e irlandeses tienen lo mismo, o sino más en común con la gente del noroeste de España que con otras zonas de Europa (Bélgica, norte de Francia) como hasta creían. El Dr. Daniel Bradley, profesor de genética en el Trinity College de Dublín, en un estudio sobre los orígenes de los irlandeses y escoceses publicados en el American Journal of Human Genetics, reveló grandes afinidades con las gentes de Galicia. Dicho estudio fue hecho usando muestras de ADN de la gente que vive en naciones celtas y otras partes de Europa, asegurando que escoceses e irlandeses deberían buscar sus ancestros en el NO de España.

“El profesor del departamento de Antropología Biológica de la Universidad de Santiago de Compostela, X.L Blázquez Caeiro, que dirige un proyecto para establecer el mapa genético poblacional de los gallegos con el fin de reconstruir su historia evolutiva, considera “muy interesantes” las conclusiones a las que ha llegado su colega Bryan Sykes, aunque difiere de la interpretación de los datos realizados.
Por un lado Caeiro asegura que la investigación del británico viene a corroborar la suya, en el sentido de que confirma que las poblaciones del Occidente de Europa (desde Bretaña a Galicia, Irlanda o Gran Bretaña) guardan base genética similar que han sabido mantener a lo largo de los años y que se corresponde con la herencia dejada por los primeros pobladores europeos” Esta reseña procedente de un extenso artículo la podíamos leer recientemente en la prensa, con el titular de “Los celtas que colonizaron Gran Bretaña procedían de Galicia”. En este caso para un inglés, para el profesor B. Sykes, sus investigaciones apuntan a que los ingleses comparten la huella celta en la misma medida que irlandeses y escoceses, algo que seguramente sorprenderá en Inglaterra, que siempre se ha visto como un pueblo sajón. El estudio en este caso se realizó tomando como base el análisis de 10.000 británicos, suponemos nosotros que de los de “siempre”, no de los otros con “pasaporte Commomwealth”. Pues bien, en dicho estudio resumido en su libro “Blood of the isles”, apunta que hace 6.000 años estos habitantes del NO de la península desarrollaron embarcaciones capaces de cruzar el océano y llegaron hasta las islas británicas. La huella genética más común de los británicos lleva la marca de aquellos celtas peninsulares y a continuación, lógicamente de las tribus escandinavas.

Celtófilos versus Celtófobos
Como conclusión, podemos ver que en este caso en concreto la genética está por validar la leyenda-mito de Ith como invasor de Irlanda y que esa corriente atlántica que en dos días condujo a los descendientes de Breogham desde Galiza a Irlanda relatada en la antigüedad, o la constancia de relaciones entre el NO peninsular y las islas británicas por el romano Rufo Festo Avieno, no son para nada viejas historias, sino todo lo contrario. Poco a poco se dilucida y se aclara la etnogénesis de los actuales habitantes que conformaban la antigua Gallaecia (galaicos lucenses y bracarenses, astures transmontani y asturicenses). Hasta hace bien poco, hablar de celtismo en Galiza era casi motivo de risa y sorna para los historiadores “oficialistas”. De lo que algunos consideraban un “celtismo decimonónico” inaugurado por los gallegos Verea-Aguiar, Villamil o Manuel Murguía, pasando por un Florentino Cuevillas, Otero Pedrayo o un Vicente Risco o por los asturianistas Bernardo Acevedo y Huelves, Fermín Canella Secades o un Juan Uria Ríu, se pasó a una “celtofobia o anticeltismo” predicado por F. Calo Lourido, Pereira Menaut, de la Peña Santos o C. Alonso del Real. La guerra civil española supuso un cambio de orientación ideológico en la historiografía, finalizando con la labor del Seminario de Estudos Galegos, donde los autores celtistas eran conscientes del fuerte empleo ideológico y político a favor del nacionalismo gallego a través de sus investigaciones. “Contra lo que se acostumbra a pensar, conceptos como estado, etnia y etnicidad también eran estudiados en una declaración ética de intenciones que hasta la actualidad no fue muy frecuente en la investigación protohistórica en Galicia”

Para los autores anticeltistas o celtófobos, el proceso de gestación de la Cultura Castrexa responde a la unión de las influencias atlánticas y mediterráneas que se suman a las contribuciones indígenas. Estas influencias se producirían durante el Bronce Final. La presencia céltica en la Gallaecia para nosotros los celtistas, responde a la teoría “invasionista”, sosteniendo el modelo trifuncional indoeuropeo y demostrando el carácter jerarquizado y complejo de las comunidades galaicas prerromanas, por otra parte siendo estas comunidades organizadas en confederaciones ínter tribales y con una organización social basada en la importancia de las actividades guerreras.

Esta teoría de contactos fluidos en este arco atlántico y la posible colonización de las islas británicas desde el NO peninsular igualmente lo confirma la cultura material. La arqueología nos demuestra que la estructura de las viviendas célticas irlandesas y castrexas a ambas orillas del Atlántico, son prácticamente idénticas, así como el simbolismo empleado en sus objetos, tanto cotidianos como sagrados. Hay autores que piensan que la expansión de la cultura megalítica desde la Bretaña francesa, sur de Inglaterra e Irlanda, no se limitan a simples relaciones de tipo comercial, sino que es producto de una emigración peninsular. Los vasos campaniformes tomaron distintas formas en cada país, pero el grupo bretón se relaciona muy intensamente con los del bajo Tajo y Galiza, que a su entender son tan semejantes que puestos en un museo nadie podría diferenciarlos.

Con respecto a la lingüística, creemos que la intensidad y persistencia de los intercambios en toda esta zona atlántica se debía a que existía una lengua “franca”, ya que algunos autores (Mallory, Koch, Rankin) sostienen que desde Escocia hasta el NO de nuestra península celtibérica esa misma lengua céltica era reconocible perfectamente entre las diversas regiones de esa “Celtia atlántica”. Así pues “El indoeuropeo labio-velar KW o Q arcaico, se convirtió en bilabial P y eso produjo dos variedades principales, el Goidélico o Celta-Q y el Británico o Celta-P. En Irlanda se hablaba la variedad goidélica mientras que en el resto de las Islas Británicas, las Galias y resto del mundo céltico se pasó de la variedad Q a la P, con excepción de nuestra península, donde se siguió utilizando el celta-q. Las dos regiones periféricas del mundo céltico, Irlanda y Península Ibérica, no fueron afectadas por la evolución hacia el Celta-P de las regiones centrales”

Analogías en el folclore del arco atlántico.
También en el folclore popular se dan estas grandes similitudes, ya que las creencias sobrenaturales y la “visión del Otro Mundo” que poseían estos pueblos célticos atlánticos, son muy semejantes, por no decir casi idénticas. Bajos los megalitos, bajo los castros, moraban seres míticos o sobrenaturales, los sidhe irlandeses, hadas británicas y “mouras” galaicas o “xanas” asturianas. Es una creencia firme y arraigada entre las gentes, que los antiguos castros eran morada de estas hadas o “mouras”, es decir, las “gentes mágicas” que no eran cristianas y que eran paganas. La apologética cristiana tradujo a esta antigua religión y a sus seres míticos en enemigos de la nueva fe. Se relacionó de forma tendenciosa a esos seres míticos con prácticas mágicas como las que podían celebrar los infieles que cobraban fuertes tributos, los enemigos e invasores que provenían de África bajo fe islámica. Según algunos autores, estas creencias nos serían propiamente célticas, sino más bien pre-célticas y estas “gentes mágicas” serían relacionadas con el mundo ctónico.

Las creencias en torno a los muertos, sus apariciones y augurios se reflejan dentro del folclore popular en torno a un fenómeno similar conocido con diferentes nombres dentro del mundo céltico atlántico. Son la Santa Compaña gallega, la Huestia asturiana, el Fairy Host irlandés, la Sluagh escocesa y el Toili galés. Poseen lógicamente sus diferencias pero sus grandes afinidades han sido estudiadas por antropólogos, concluyendo que estas creencias relacionadas entre las almas de los difuntos y sus visitas o coexistencia con los vivos, son reflejo de una ancestral creencia que el cristianismo no pudo acabar completamente con ella. Tuvo que “santificar” el Día de Todos los Difuntos, que no es sino como es ampliamente conocido, el “Samaìn” céltico. Según me relató el amigo Olegario de las Eras, la Santa Compaña, la Huestia asturiana y sus paralelismos escoceses, irlandeses y galeses, esta creencia posiblemente sería un recuerdo de la Hueste furiosa, de la Wildes Heer o cofradía de guerreros muertos que transitan en la noche y que nos ha llegado un tanto deformada en nuestra memoria popular a través de los siglos.

Mitología comparada. La afinidad gaélica y galaica.
Sin duda alguna, la mitología comparada de las divinidades irlandesas y galaicas, nos proporciona a este breve repaso de afinidades, mas que interesantes analogías conocimientos. Recordaremos de modo esquemático que las religiones indoeuropeas se caracterizan por habitar en su panteón una serie de dioses con unas características bien definidas, tal como las dividió Dumezil:
1.- Una pareja de dioses que desenvuelven actividades complementarias pero opuestas, Sacerdocio-Realeza, que en el panteón védico corresponden con Mitra y Varuna.
2.- Un dios propio de la casta guerrera, detentador de grandes hazañas y sobre el cual reposa el orden del mundo, que correspondería a Indra
3.- Una pareja de dioses propiciadores de salud, fecundidad, abundancia y prosperidad, deidades características de la casta de la tercera función, que se corresponderían con Nasatya y Ashvin.
4.- Y por último, una única divinidad femenina, pero a su vez trifuncional, es decir, Santa, Guerrera y Maternal.

Estas características se repiten en la religión céltica tanto de Irlanda como de Galiza, si bien con nombre diferentes. Así como el panteón céltico irlandés es conservado a través de su fecunda literatura, no ocurre lo mismo con la religión céltica castrexa galaica, que es reconstruida a través del estudio de teónimos y topónimos.

Dentro del panteón irlandés, el único dios supremo y rey universal es Lug Samildanach. Así pues dentro de la primera función realeza-sacerdocio, en el caso irlandés correspondería a Nuada-Ogme y a Dagda-Mananan. En el caso galaico-lusitano igualmente aparece Lugu, donde el teónimo aparece en aras con el epíteto de Arquienobo/Arquienis. Su variante celtibérica sería Arconi, y su etimología nos remite al indoeuropeo orksos, (oso), con mas que evidentes paralelismos con el romano Mercurio Artaius o con el galo Artio/Artioni. Este epíteto relacionado con el oso y la estrella polar procedente de la Tradición Primordial, de carácter regio y soberano, de clara memoria hiperbórea ya nos lo explicó René Guénon. Proseguimos en su correspondencia relativa al carácter sacerdotal del dios-druida Dagda, su teónimo sería el de Mocio/Muciaeco (puerco, verraco, jabalí), tal como lo atestiguan las aras de Santa Comba de Bande en Ourense o de Viana do Castelo en Portugal, acompañado del adjetivo Carus (querido), pudiendo muy bien aludir a Dagda, que es un dios muy apreciado por su bondad .

El dios propio de la casta guerrera, como el Ogmios/Ogme galo- irlandés, en el caso galaico-lusitano sería Bandua, versión del dios indoeuropeo de los “lazos mágicos”, cuya etimología la encontramos en el indoeuropeo bhendh (atar, ligar), faceta agitada y violenta que representa la unión de la fuerza y la magia para la protección del poder soberano. Los epítetos de Bandua no hacen sino reafirmar su carácter mágico-guerrero, entre los cuales podemos destacar de los siguientes: Apolosegos, como fuerte y victorioso, Cadogus como combatiente, Roudeaecus como el color guerrero que es el rojo.

En lo relativo a la diosa trifuncional, la Brigit/ Dana irlandesa posteriormente cristianizada bajo Santa Brígida, como patrona de Irlanda, en la religión castrexa galaica igualmente la encontramos bajo la triple advocación de conservatrices, victrices y gubernatrices en las Matres Galaicis, que nos proveen de las riquezas agrícolas, de la “fartura” y abundancia de sus frutos y cornucopias que acompañan en sus representaciones. La prueba de que no solamente poseían un aspecto de conservatrices estas Matres, está en su apelativo Matres Suleviae (Solares), que en la Gallaecia recibían el de Nantugaicis, aproximándose a la gala Nantosuelta, (la que tiene el esplendor del Sol). Las advocaciones británicas de Victoria Brigantia (Victoria poderosa) y de Andrasta, nos emparientan al topónimo galaico de Brigatium y a la diosa gala Andarta (la gran osa… recordar de nuevo el simbolismo primordial y regio del oso). Navia es una diosa confundida generalmente con simples corrientes fluviales como lo atestigua de manera considerable la hidronimia. Pero lejos de ser una divinidad menor, las inscripciones en las aras atestiguan importantes sacrificios en su honor, equiparables a otros dioses importantes, acompañada con el epíteto de Corona, como Jefa de los Ejércitos, puesto que según interpretaciones, la virginidad sería la expresión común de la independencia de las diosas de la guerra en las sociedades indoeuropeas. Así pues Navia Corona, al estar relacionada con las aguas, ríos o espacios acuáticos sería guardiana del acceso al Otro Mundo, quizás la antigua evocación de la medieval Dama del Lago de la leyenda artúrica, así como la leyenda de las xacias Juana, Viviana y Ana son ecos populares de esa triple función de Brigit/Dana.


Cultos solares, piedras sagradas e iniciación guerrera
Otra analogía y afinidad entre los pueblos galaico e irlandés es el valor religioso que para ambos poseen las piedras sagradas, piedras iniciáticas y onfálicas. La función soberana debe fecundar la tierra, la piedra bruta es según la Tradición la “materia prima”, el “caos” en tanto micro como macrocósmicamente, debe de ser labrado para ser ordenado. Los petroglifos podomorfos testimoniados por diversas fuentes célticas eran emplazamientos destinados a la celebración de rituales donde el caos, la tierra era fecundada y ordenada por el soberano, por el guerrero y el héroe. La piedra “capital” de Crom Crúach en Irlanda, estaba situada en el centro de la isla, en el Mide, lugar de elección de los reyes de Irlanda. Un dato curioso es que la forma gallega de piedra, “croio” procede del céltico. Conocida también es la leyenda de la Piedra del Destino escocesa que servía para el ritual de investidura de los reyes escoceses y posteriormente robado por los anglosajones, sirviendo en la Abadía de Westminster para la coronación de los reyes de Inglaterra, siendo esta piedra escocesa de origen galaico o egipcio según versiones de la leyenda. Este ritual de elección de jefe de clan, de rey es ampliamente conocida a lo largo del mundo céltico, tal como nos lo relata Guyonvarc´h con respecto a la piedra de Fal, piedra de elección que emitía un grito bajo los pies del aspirante a rey. Igualmente en las Islas Shetland, reservado para tal fin, se encontró un bloque de piedra con el perfil de dos pies a las puertas de la fortaleza británica de Clikhimin. Y en Galiza, en Cabanas (Coruña), sobre una gran piedra elevada sobre la hoz del rió Eume, es conocido este petroglifo podomorfo como la “Pedra da Elección”, siendo el lugar donde se elegían los alcaldes antiguamente. Otra tradición es la de A Pena de Nosa Señora, en Cambre (Coruña), donde según la versión cristianizada, la Virgen posó sus pies, siendo esta piedra posiblemente al igual que otras muchas lugar ritual de la iniciación o elección del jefe, como la del castro de Amoeiro.

El simbolismo de estas piedras iniciáticas era como hemos dicho, la fecundación de la Tierra, el orden del soberano sobre el caos y este ritual podía ser sustituido por otro análogo que consistía en calzarle un solo zapato al rey, puesto que así lo atestigua la literatura irlandesa, sobre el uso de una sandalia en actos de investidura y en reclamación de derechos de realeza (fer an énais, hombre de una sandalia). Al portador de esta sandalia, según la Tradición, le es permitido andar tanto sobre las aguas como sobre la tierra, revelando un origen sobrenatural. Estos ritos de investidura son conocidos bajo el tema de “monsandalismo”/”monokrépides”, representación mítica común en el mundo indoeuropeo relativo a la virtual convergencia del Otro Mundo con este a través de un héroe calzado solamente con un zapato . Este rito quizás sea el que se repite en rituales de iniciación masónicos.

Y si alguien ha dudado de la religión castrexa galaica como un puñado de simples creencias panteístas y animistas, con un carácter “lunar” y ctónico, que se disipen dudas puesto que la realidad actual nos demuestra que nada más lejos de eso, puesto que recientes investigaciones realizadas por historiadores de la Universidad de Santiago de Compostela en torno al estudio de una alineación arqueoastronómica en A Ferradura (Amoeiro-Ourense) reafirman el carácter solar de cultos y ritos de los celtas castrexos en torno a la situación y construcción de algunos de sus asentamientos, con idénticas analogías de varias ciudades galas, situadas en meandros y confluencias de ríos, como Condate, Vesontio, Alesia, Lugdunum. Esta analogía se repite en el mundo indoeuropeo en otras zonas geográficas, como la India, donde como curiosidad la localidad donde confluyen el Ganges y el Yamuna, se llama Devprayag, cuya etimología Deva, (Diosa), tiene similitud entre el propio Miño y un afluente suyo, el Deva. “Los elementos de cultura céltica son innegables: la importancia del sol, considerando el hecho de que el dios céltico Lug tiene significativas asociaciones solares, la cercanía de los podomorfos sobre los que en todo el mundo céltico se celebran investiduras reales junto con el hecho de que la realeza en general forma parte del ámbito gobernado por el dios Lug”

Concluyendo, a modo esquemático hemos repasado una serie de analogías y paralelismos, desde la genética hasta la leyenda, desde la religiosidad céltica y las advocaciones de sus dioses hasta la lingüística y la antropología, entre dos pueblos y dos tierras que conservan aun viva su lejana memoria céltica, puesto que la llevan no solo en su alma y en su sentimiento, sino también en sus genes. Ese recuerdo, esa memoria dormida debe florecer y despertar en estos tiempos plúmbeos, densos y oscuros para poder volver a cantar cual bardos, sagas y poemas no solo de nostalgia, sino también de futuro-presente.

CELTIA
Ei Armórica, Cornubia e Cambria
Escócia, Erín, Galiza,
E a illa de Man.

Son as sete nacións celtas
Fillas do pai Breogham,
Miña Pátria Galiza,
Ti és e ti serás
Cos teus verdes agros
O mais quente fogar.

Son os sete cisnes brancos
Fillos dos Dedanians,
Para ti miña pátria
Nos beizos un cantar,
Nos peitos a ledicia
Da nosa mocedá.

Federico Traspedra
(Samain 2006)

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