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jueves, 28 de julio de 2011

SIMBOLISMO E ARQUEOLOXÍA DA ROSÁCEA OU A ESTRELA GALANA

Introducción

Afirmaba en torno a la explicación del símbolo, uno de los últimos metafísicos de Occidente, René Guénon que “las representaciones propiamente simbólicas…son  incomparablemente menos limitadas y constringentes que el lenguaje ordinario y, en consecuencia, mas aptas para la comunicación de las verdades trascendentes, y de ahí la continua utilización que de ellas se hace en toda enseñanza que posea un carácter verdaderamente “iniciático” y tradicional” [1]

Otro autor, igualmente estudioso de las doctrinas y del arte del mundo de la Tradición como Frithjof Schuon, nos insiste en  que el lenguaje de la religión es el simbolismo y que a su vez el simbolismo es una realidad concreta que se basa en analogías reales. Ahora bien, debido al alejamiento de Dios y  a la falta de “comprensión” por parte del hombre en este final de ciclo,   la tradición “a partir de cierto “momento cíclico”, se vio obligada a explicitar verbalmente los símbolos, que en el origen, -en la “Época Divina”- eran suficientes para transmitir las verdades metafísicas” [2] Esto es efecto de una causa: el ser humano se ha vuelto cada vez mas racionalista, ha endurecido su corazón, se ha producido una escisión entre el Hombre y el Cielo,  consecuencia y reflejo obvio de lo que se puede observar en la Tierra,  y no debido a esa disociación- digamos simplista y telúrica- del hombre con la tierra, como piensan los “rojiverdes”.  La mentalidad simbolista se ha dormido en el hombre moderno y está roncando plácidamente para nuestra propia desgracia. Esa mentalidad, que es fluir e intuición en su sentido superior es preciso despertarla, o mejor dicho, reintegrarla, juntarla, pues esa es la  verdadera etimología de la palabra símbolo.

Abordaremos entonces el estudio de este símbolo siguiendo las premisas que se aconsejan, puesto que “para comprender determinado símbolo, basta considerar su naturaleza o su forma, después su definición doctrinal, luego tradicional, y por último las realidades metafísicas y espirituales de las que ese símbolo es expresión”[3]   

Así pues, trataremos en este artículo un símbolo puramente geométrico y no procedente de la Naturaleza (como el árbol, el lobo o el jabalí, ya tratados en otros números de Tierra y Pueblo/ Terra Nostra) aunque al  igual  que la propia Naturaleza su mensaje es intemporal y que como podremos observar, constituye un viático espiritual de primer orden.

Interpretaciones del simbolismo de la Rosácea:

La Rosácea, es una figura geométrica trazada a compás. Su elaboración se basa en que tomando el radio de una circunferencia, podemos dividir su perímetro en seis partes iguales. Así pues,  si desde cada una de las seis partes de la circunferencia alzamos el compás, obtendremos los seis ejes de la rueda o los seis pétalos. De ahí que por lo general las primeras representaciones de nuestro símbolo estén inscritas dentro de la circunferencia, dando así el aspecto de rueda. Posteriormente se omite el perímetro y quedan las aspas, destellos o pétalos, pasando a simular una flor de seis hojas.

Comúnmente es denominado este símbolo como Rosácea pero tiene también otras denominaciones como Roseta o  Ruedecilla céltica, como veremos a continuación. Así pues nos encontramos que en la historia del arte europeo este símbolo apenas estudiado que se repite hasta la saciedad en diferentes períodos históricos, tendrá una continuidad, digamos “ornamental”, bastante relevante casi hasta nuestros días.

En ambas acepciones o interpretaciones de la rosácea bien como ruedecilla o bien como flor, bien como estrella, el resultado es similar, puesto que nos remiten al simbolismo del centro, ya que aunque la circunferencia no aparezca trazada, “la rueda de seis rayos…no puede dejar por ello de considerarse como inscrita en una circunferencia…es decir, la circunferencia que determina su contorno y su límite”[4]

En la antigua Irlanda, había cuatro reinos y  la capital del rey estaba en el centro de la  isla y su topónimo era Tara. Esta palabra en sánscrito significa “estrella” y particularmente designa la estrella polar. En galés y bretón “Tarann” equivalen a “trueno” y el dios céltico Taranis era asociado a las tormentas y en sus representaciones galas sostiene una rueda. En sánscrito “Tarani” es una de las palabras que designan al Sol y Shiva es llamado a veces Tara, como equivalente de “aquel que ayuda a pasar del otro lado del río”. “Estos diferentes aspectos hacen de Tara una puerta, un lugar donde  es posible la ascensión al mundo celeste”[5]

Por otro lado, la flor por su breve vida “es símbolo de la fugacidad de las cosas, de la primavera, de la belleza”[6]. Según referencias históricas, los griegos y los romanos cubrían de flores a sus muertos antes de llevarlos a la pira funeraria y luego esparcían dichas flores sobre sus sepulcros, no tanto como ofrenda a los difuntos, sino como analogía de la fugacidad de la vida. Esta costumbre se perpetua hasta nuestros días como  bien es sabido, pero mayormente en el sentido de ofrenda y de reconocimiento al ser querido, mas que como su “interno” significado.  Esto es en lo relativo a la naturaleza de la flor, pero en lo referente a la forma, “la flor es una imagen del “centro” y, por consiguiente, una imagen arquetípica del alma”[7] Y es que un símbolo como la rosácea tan representado en nuestro arte europeo, insisto,  y en concreto en nuestra península ibérica, que ha pervivido en el arte ornamental  rural, como símbolo  mágico propiciatorio o protector es algo más que una bello motivo geométrico. Esta representación de la rosácea como flor nos remite sin ningún género de dudas, en su origen como procedente de una rueda: “Cuando la flor se considera como representación del desarrollo de la manifestación, hay también equivalencia entre ella  y otros símbolos, entre los cuales ha de destacarse muy especialmente el de la rueda, que se encuentra prácticamente en todas partes, con número de rayos variables según las figuraciones, pero siempre con un valor simbólico particular de por sí. Los tipos más habituales son la ruedas de seis y de ocho rayos; la “ruedecilla céltica”, que se ha perpetuado a través de casi todo el Medioevo occidental se presenta en una u otra de estas formas” [8]

Por otro lado, R.Guénon nos indica otra correspondencia entre el número de pétalos de algunas flores y el de los rayos de la rueda: Así pues dentro del mundo tradicional indoeuropeo, en Occidente la flor de la nobleza por excelencia, representada por el lirio o también llamada flor de lis en nuestra heráldica, posee seis pétalos al igual que la rosácea o la ruedecilla céltica.

 Mientras tanto en la India y por extensión a las tradiciones en su origen aryas como el Hinduismo y el Budismo, la flor por excelencia es el loto, de ocho pétalos, al igual que su rueda de ocho rayos, su “rueda de la vida”. Cabe recordar que la rueda (chakra
) es uno de los símbolos atribuidos a Vishnú, junto con la maza (gada) y la caracola (sankha). Al respecto de una flor de loto y su girar como rueda, un bello relato nos cuenta que Buda reunió a sus discípulos para explicar el Dharma. Sus discípulos es

martes, 26 de julio de 2011

Encol da masacre de Oslo: ALTER YIHAD, por Gabriele Adinolfi

Reproducimos no noso blogue de IDENTIDADE E TRADIZÓN o artigo de Gabriele Adinolfi adicado à masacre de Oslo.
Outra ligazón sobre o mesmo tema  http://www.prisonplanet.com/norway-killer-anders-behring-breivik-was-a-freemason.html
Distinto libro, la misma estupidez.

Noruega ha sido castigada, no estaba lo suficientemente arrodillada ante los deseos del Gran Hermano.

Hasta el momento, nada extraordinario en esta atrocidad

La elección del intérprete -real o ficticio - desde los aviones asesinos no tripulados hasta el asesino hipnotizado que actúan siempre según los deseos de los poderosos, es, sin embargo, preocupante.

Desde hace una docena de años, Gran Hermano, nos está preparando para sufrir masacres y atentados, que se repiten a diario, y son regularmente atribuidos a asesinos islámicos, reales o supuestos. Asesinos que a menudo han sido armados, instigados o encubiertos por los servicios de las potencias occidentales que más odian en el mundo árabe y Europa.

Esta vez, el psicópata que habría sido el asesinato ha sido identificado como un cristiano fundamentalista, y sin embargo masón, impregnado de ideología anti-islámica, ideología dictada por ese gran engaño americano llamado "choque de civilizaciones". Y por esto, se le considera como de "extrema derecha".

Dado que en este tipo de guerras provocadas, planificadas y gestionadas por las cúpulas multinacionales, las cosas difícilmente ocurren por casualidad, nos tememos que lo de Oslo podría significar un cambio de táctica en la estrategia criminal.

lunes, 18 de julio de 2011

Simbolismo de San Martiño de Mondoñedo

Excelente artigo sobre  arte e simbolismo románico no norde de Galiza.
El Maestro de San Martiño de Mondoñedo

Autor: Mario Agudo. Septiembre de 2006
La iglesia de San Martiño de Mondoñedo es una de las construcciones más singulares del románico gallego. Apartándonos de la posibilidad o no de que se trate de la catedral más antigua que aún se conserva en España, ya que se han hallado vestigios del siglo VI, destaca ante todo por su excepcional lenguaje simbólico y por su alejamiento estilístico del foco compostelano.
Yzquierdo Perrín sitúa el comienzo de las obras del edificio románico en el último cuarto del siglo XI, durante el episcopado de San Gonzalo, cuyo báculo y anillo han llegado hasta nuestros días. En los muros laterales se reutilizaron materiales de la fábrica prerrománica, que para Villaamil y Castro seguía los cánones del arte asturiano. En la actualidad todavía se pueden observar unas ventanas con arcos de herradura en el muro meridional y un par de columnas de mármol, con sus capiteles, ubicadas en la fachada principal.
Sin desmerecer los atractivos externos de la iglesia, entre los que se encuentran una serie de canecillos de estupenda factura, un crismón de tipo navarro y un original Agnus Dei, lo que centra nuestra atención es el tesoro escultórico que nos brinda su interior. Nada menos que once capiteles y un glorioso antipendio nos ha legado la mano de un singular maestro.
Simbolismo
La obra del maestro de Mondoñedo emana simbolismo en cada una de sus tallas. De especial valor es el capitel adosado al muro sur en el que se representa el Pecado Original. En él, cuatro bestias alargadas engullen (y/o devuelven) a dos personajes, uno masculino y otro femenino. Entre ellos, una serpiente repta aislada bajo una cruz ansata y una rosa de seis pétalos. Está clara la representación del ciclo muerte-resurrección. Las bestias andrófagas engullen al hombre pecador y lo devuelven al mundo purificado, idea reforzada por la presencia de la cruz y de la flor, símbolos de vida y resurrección frente la muerte encarnada por el reptil.
En otro de los capiteles vemos la representación del banquete del rico Epulón, un tema muy original por su escasa presencia en el románico, así como la degollación de Juan el Bautista. La parábola de la osa y la vaca del profeta Isaías, un hombre tirando de un caballo (¿unicornio?), mientras otro toca su lomo, una representación de la lujuria encarnada en una mujer ricamente vestida cuyos pechos son mordidos por unos sapos, dos hombres unidos por una única cabeza que sujetan una espada mientras dos leones se pelean y una criatura con cabeza de hombre y serpientes por cabellos observa vigilante, así como un guerrero que clava su lanza en el cuerpo de un grifo son otros de los temas que plasmó en piedra este enigmático maestro.

lunes, 11 de julio de 2011

APUNTES SOBRE EL MITRAÍSMO, por E.Ravello

La historiografía utiliza el término de «cultos mistéricos» para todo el conjunto de formas religiosas que, procedentes de Oriente, irrumpen en el Imperio romano tardío. El engañoso término de cultos mistéricos podría hacernos pensar en una unidad interna de los mismos; nada más lejos de la realidad, poco tenían que ver entre sí los cultos a Attis, Cibeles, Serapis, Isis o Júpiter - Amón , pero si uno de ellos merece mención aparte es, sin duda, el culto a Mitra.

Es precisamente lo que
 le diferencia del resto lo que le hace interesante para nosotros y lo que motiva el sentido de este artículo: a diferencia del resto de divinidades «orientales» llegadas a la Urbs desde el cambio de Era, Mitra sólo tiene de «oriental» la procedencia geográfica: Persia, siendo una de las divinidades que los ind
 oeuropeos de origen nordeuropeo (medos, persas, hindúes y mitanios) llevaron a Asia durante sus migraciones e invasiones de aquellas tierras. Divinidad indoeuropea que, como tal no podía ser extraña a los romanos, los que pronto la asimilaron con sus dioses solares; así Mitra no era uno más de los cultos de «religiosidad segunda» del Bajo imperio , sino que propuso una posibilidad de enderezamiento espiritual -siguiendo el concepto evoliano- en un momento en que la Tradición romana parecía haber entrado en una fase de crisis
.
Mitra y su ascesis son profundamente indoeuropeos :«Los misterios mitraicos nos llevan al seno de la gran tradición mágica occidental , a un mundo todo él de afirmaciones , todo de luz y de grandeza , de una espiritualidad que es realeza y de una realeza que es espiritualidad , a un mundo en el que todo lo que es huída de la realidad , ascesis , mortificación en humil
 dad y devoción , pálida renuncia y abstracción contemplativa , no tienen ningún lugar . Es la vía de la acción de la potencia solar» (1).

O INCERTO SEÑOR CUNQUEIRO

Desde IDENTIDADE e TRADIZÓN, aconsellamos aos nosos amigos e leitores o seguinte video sobre un dos mais importantes escritores galegos do século XX...  o grande mindoniense e o sempre magnífico don Álvaro Cunqueiro.