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martes, 10 de abril de 2012


Treinta y cinco años de una estafa ideológica: "Raíces", por Eduardo Arroyo

Pero pese a haber plagiado a otro autor, pese a haber distorsionado la verdad histórica y pese a haber introducido en la historia embustes con pretensión de verdad, la serie fue un éxito. 

Este año se cumplen el trigésimo quinto aniversario de la serie televisiva 
Raíces, basada en el libro homónimo, con un importante ascendiente en el imaginario colectivo de los españoles, y no solo de ellos. Nada que recordar si no fuera por que se trata también de una estafa cultural más, al servicio de una cierta ideología. Como tal, hoy, debería ser recordado.
La serie se estrenó en 1977 en los Estados Unidos y en 1979 en nuestro país. Basado en el "best-seller" de Alex Haley Roots: the Saga of an American Family, describía la historia de un joven africano- Kunta Kinte- raptado por comerciantes de esclavos blancos en lo que hoy es Gambia y enviado al puerto de Annapolis, Maryland, en septiembre de 1767, a bordo del barco negrero Lord Ligornier. El autor del libro, Alex Haley, aseguraba que el tal Kunta Kinte era algo así como su tatara-abuelo.

Quizás tras la novela que dio pie a la película de Mulligan,Matar a un ruiseñor, -escrito por Harper Lee en 1960-, ha sido Raíces la obra que más ha contribuido al imaginario histórico y político acerca de las relaciones raciales en los EEUU y, por consiguiente, en todo el mundo occidental.

Aún hoy, con motivo de éste trigésimo quinto aniversario, la todopoderosa Oprah Winfrey ha entrevistado a varios de sus protagonistas en su cadena OWN. Sin embargo, menos conocidas son las facetas fraudulentas y penales deHaley y su obra, tal y como han denunciado prominentes intelectuales de la comunidad negra americana.

Para el crítico cultural negro, Stanley CrouchHaley es un "despiadado estafador" y "uno de los mayores mentirosos que esta país ha visto nunca". Crouch, en un artículo publicado en el blog para autores negros y conservadores Booker Rising bajo el título What ´Roots´ tell us about the American love of myth (5.2.2011), equipara a Haley con la joven también negra Tawana Brawley, que acusó falsamente de violación a un oficial de policía blanco, y denuncia que Raíces es una "fábula" que ilustra de manera bastante hermosa "cómo la historia y los hechos trágicos pueden ser rapiñados por un individuo deseoso de explotar cualquier cosa que los ingenuos consideren sagrado".

Así mismo, en un artículo fechado ya hace tiempo (Re-runs of ´Roots, 30.1.2012), el pensador y economista también "afro-americano" Thomas Sowell, que se ha distinguido en su país por su lucha contra las políticas de "discriminación positiva", afirma que la obraRaíces presenta "una descripción esencialmente falsa acerca de los que pasó,

una descripción falsa que continúa dominando el pensamiento actual". Según Sowell, la localidad en la que Kunta Kinte fue capturado había sido "un centro de tráfico de esclavos mucho antes de que el primer hombre blanco llegara allí y la esclavitud continúa en partes de aquél territorio hasta el día de hoy". Sowell denuncia que "los africanos vendieron grandes cantidades de otros africanos a los europeos, pero apenas dejaron a los europeos que se internaran en sus dominios para capturar a gente".

De acuerdo con SowellRaíces contribuyó a alimentar "el gran error de que [el problema de] la esclavitud era de hombres blancos esclavizando a hombres negros" y añade que la esclavitud no conoció fronteras raciales: "Gentes de toda raza y color fueron tratantes de esclavos y esclavos ellos mismos, durante miles de años, a lo largo y ancho del mundo". Para Sowell, la esclavitud es como un cáncer que trasciende el tiempo y el espacio y concluye el citado artículo diciendo que "si hubiera que pagar reparaciones por la esclavitud todo el mundo de este planeta debería algo a alguien".

Pero Raíces no sólo distorsionaba la perspectiva histórica y el mismo hecho de la esclavitud. Escasamente un año después de la muerte de Haley, en 1993, el analista literario Philip Nobile pudo determinar que el verdadero autor de Raíces fue un tal Murray Fisher, blanco americano y editor de Haley cuando éste trabajaba para la revistaPlayboy. Y lo que es peor: Harry Courlander, autor de la novela The African, demandó aHaley por plagio -y ganó- en 1978, pese a que Haley pudo llegar a un acuerdo conCourlander por 650.000 dólares.

Por si fuera poco, los genealogistas Gary B. y Elizabeth Shown Mills demostraron más allá de toda duda razonable que no existió nunca información documental que corroborase la "tradición oral" que relacionaba a Kunta Kinte y a Alex Haley, tal y como éste pretendía.

Pero pese a haber plagiado a otro autor, pese a haber distorsionado la verdad histórica y pese a haber introducido en la historia embustes con pretensión de verdad, Raíces de Alex Haley fue un notable éxito. La maquinaria propagandística de la serie y del aclamado "best-seller" no sufrió un ápice las consecuencias de la falta de honestidad y de una clara intencionalidad manipuladora ¿Por qué? Pues por lo que explicaba Jack Kerwick, en su artículo Alex Haley´s fraudulent ´roots´, publicado en The New American el pasado 11 de marzo: el éxito de la obra Raíces es "en su mayor parte función del imaginario moral izquierdista que vino a dominar la ´inteligentzia´ posterior a 1960".

Cabría añadir que el modus operandi fue, como en otras ocasiones, relativamente sencillo ya que, indudablemente, la película y el libro tenían todos los ingredientes necesarios para ser un completo éxito: dramatismo, buen guión y una historia de buenos muy buenos y malos muy malos, que sirve para que el público se identifique rápidamente con los primeros y se vea, ante sí mismo, moralmente fortalecido. Como a nadie le gusta ser "el malo", este tipo de identificaciones con lo que en realidad son estereotipos, juega el papel de modelos sociales que sirven para, poco a poco, ir construyendo tanto ideales colectivos como el escenario mismo de los acontecimientos históricos que la gente maneja para sus decisiones cotidianas. El resultado es que millones de personas asumieron una invectiva más contra el pasado de la sociedad europea y occidental: la lacra de la esclavitud, el "racismo" intrínseco y exclusivo de los europeos, de "los blancos" en general, para acabar construyendo un complejo colectivo de culpa.

Paralelamente, ante este estado de cosas surge claramente la legitimidad del discurso victimista de los pueblos del Tercer Mundo: ante las grandes crisis humanitarias, siempre cabe echarle la culpa a un tercero y evitar así asumir la propia responsabilidad por la corrupción generalizada de la clase política de esos países. Así, hoy, Barack Obama hace proyectar y comentar el drama racial Matar a un ruiseñor -la ya citada película de Robert Mulligan- en la Casa Blanca ante decenas de medios de comunicación y, de vez en cuando, recuerda publicamente que la "América blanca" debe zanjar sus cuentas con la "América negra". No pasa nada y tampoco se alzan voces críticas porque antes ha existido un trabajo previo en el que se ha inoculado una especie de "racismo inverso", por el que toda una comunidad histórica, cultural y étnica -los blancos europeos- deben asumir culpas de carácter genérico e intrínseco que sirven con posterioridad para verter, hacia esos mismos colectivos, exigencias de tipo político como, por ejemplo, la sociedad multiétnica que la globalizacion necesita. Esto daría, sin duda para otro artículo, pero vaya de momento éste, para contribuir a que Raíces pase a la historia como lo que fue: una operación más de ingeniería ideológica que, como siempre, recurrió a la mentira como verdadera "arma de destrucción masiva" de nuestra época.

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