e-mail

enderezo electrónico identidadetradizon@yahoo.es





miércoles, 8 de septiembre de 2010

Breve Tratado sobre el Héroe, por Rodrigo Emílio

Tenemos el orgullo de presentar esta traducción inédita al castellano de este interesante texto de nuestro poeta-soldado, Rodrigo Emílio.  Desde Identidade e Tradizón rendiremos siempre tributo a esta gran figura de la cultura portuguesa, maestro nuestro.

Ahora tenemos el placer de ofrecer a nuestros lectores un breve -pero intenso e intuitivo- texto sobre la Vía Heroica- su Vía, nuestra Vía- que requiere meditación y reflexión así como su posterior interiorización. Es un texto escrito en 1973, cuando nuestro querido poeta ya se había vestido de soldado y había combatido poco tiempo antes como alférez en las guerras coloniales. Había también formado familia (con Tera, su esposa y sus tres vástagos: Rodrigo, Gonçalo, Constança) y parte de su producción literaria había visto la luz. Por lo tanto, no es un fugaz y romántico “texto de juventud” propiamente dicho. Su juventud es intensa como delata su biografía y a la edad que escribe estas líneas -29 años-, se vislumbra esa vital actitud interior que forjó su carácter y que le acompañará hasta el final de sus días, allá un 28 de Marzo del 2004, haciendo ahora 4 años que nos dejó huérfanos.
Y nunca nos dejará de sorprender el frescor y la actitud incisiva de nuestro siempre recordado guerrero-trovador. “Hombre en pie entre las ruinas”, contempló y luchó contra la traición a la patria de la “revolución de los claveles”, con el desmembramiento del Portugal ultramarino. “Aristocrítico”, como él mismo se autodefinía, siempre conservó la pluma en una mano y la espada en la otra: La pluma para dar formas al pensamiento, a la Esencia, a la Idea. La espada no solo para defender la fe en la Idea, sino también para combatir y hacer frente a las tendencias más subversivas que habitan en cada uno de nosotros.
No podemos olvidarnos de la publicación póstuma de dos libros suyos, gracias a la editorial Antília: “Matando a sede nas fontes de Fátima” y “Pequeno presépio de poemas de Natal”. Y aguardamos ver pronto la publicación de otro libro suyo, “Intifada(s) Lírica(s)”.

Sirva pues este pequeño texto, como una aportación más a la exhortación de la “revolución silenciosa” de la vía iniciática del guerrero, de la que nos habla la Tradición Perenne, en especial el sagrado Bhagavad-Gita y que nos recordaron insistentemente entre otros Evola y ahora Rodrigo Emílio. Quien quiera, ose y pueda, que entienda, porque como se lee “entre líneas” en el Evangelio de Juan (XII-24) “En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo, que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere produce mucho fruto”.
                                                  F. Traspedra

El héroe es el arquetipo de la consciencia mitológica del Hombre: el acto heroico es una excursión del Hombre a lo absoluto de sí mismo; el heroísmo, la memoria de Dios en el Hombre. Todo aquel que de algún modo, se hace merecer de la dignidad suprema de haberse alzado a la altura de héroe, está en condiciones humanamente ideales de evidenciar las potencialidades divinas (o paradivinas), mediúmnicas o demiúrgicas, del ser humano.

Con esto quiero decir, en mi opinión, que solo en la calidad de héroe es que la criatura reduce un poco la distancia que le separa del Creador. Es lo mismo decir que, solamente en aspecto de héroe, tendrá Dios buenas razones sentirse orgulloso de la criatura, razones de peso para volver a mirarse en ella: pues solo el héroe,- solo él al final- da a Dios (y a los mortales) la certeza de haber sido el Hombre una creación concebida y espiritualmente materializada, a la imagen y semejanza del Creador.

Muchos son los campos de la afirmación heroica: muchos y a veces simultáneos, a veces concurrentes. Es el caso del héroe que reconcilia el coraje y la sabiduría, elevándose a un plano de victoriosa supremacía sobre la media humana: “numa mão sempre a espada, noutra a pena” “braço às armas feito, mente às musas dada”[1], Luís de Camões es aquí citado.

Entre las mas altas espiritualizaciones del heroísmo, hay que incluir a los santos y mártires de la Fe, siendo entendidos como los héroes de Dios; y luego, el héroe de condición guerrera- preferentemente habitado por el espíritu de cruzada- trabajado por la ascesis cristiana: animado y accionado por ese voltaje místico, que da sentido pleno a todos los ideales vitalistas.

A un nivel superior, el héroe configura así, el modelo de hombre idealmente perfecto, que consigue reunir en sí un difícil equilibrio de virtudes, o toda una gama de desmesuras coronadas por la religión.

Es atributo del héroe el trascendentalizarse, es decir, humanizar la trascendencia divina, con la inmanencia del propio valor, y consumar, por ahí, una personalidad de excepción, que la hazaña (o proeza) heroica autentificará.
En cuanto al heroísmo, no será propiamente un estado (o lo será, cuando mucho, de una manera latente y palpitante) La mayor parte de las veces, consigna un momento, esporádico, un centelleo, fulgurante, de transición e ir más allá, consagrando, de ese modo, todo un código de acendrada determinación y de superadora estoicidad.

Concretando. Héroe es todo aquel que en una pequeña porción de tiempo se entrega a la Eternidad. Cuando el tiempo se viene a cobrar el destino de los años que le adelantó en su nacimiento, llega tarde. Porque a esas horas, el héroe ya conquistó en el tiempo la atemporalidad, a poder de hazañas que, no raramente, se sellan en una eternidad de segundos.

Ahora bien, en el tiempo decadente que vivimos, está bien observar que el sucedáneo del heroísmo es el vedetismo[2] (en el cine, en el teatro, en el deporte, etc.). A medida que aumentan las filosofías del absurdismo – rindiendo loas a la desmotivación y a la ausencia de finalidad de la existencia- ponen desde luego en causa la validez humana del héroe. Sírvase frío. “Sírvase muerto” nos dice Reinaldo Ferreira en “Receita para fazer um Herói” . Porque héroes, solo por receta. Allá ellos esos abstrusos “del absurdo”, solo así se confeccionan héroes; por medio de receta aviada. De lo contrario, se revelan inobtenibles, visto que la fauna existencialista no produce de eso. Y tampoco no admira: figuras chismosas de llevar en el ojal la existencia, exhiben la vida en la solapa. Se comprende: en la solapa. Y como mucho…la mariconería mental no entiende más allá de esas vanidades!!
Publicado en O DEBATE, 1 de Diciembre de 1973
[1] “en una mano la espada, la pena en la otra” “ el brazo a las armas hecho, la mente a las musas ofrecida”

[2] Conservamos la palabra del original en portugués, “vedetismo”, refiriéndose el autor a la Vedette, al espectáculo de variedades, a lo que hoy en día podrían ser denominados despectivamente los “titiriteros”. N. del T.
TEXTO ORIXINAL EN PORTUGUÊS
O herói é o arquétipo da consciência mitológica do Homem; o acto heróico, uma excursão do Homem ao absoluto de si mesmo; o heroísmo, a memória de Deus no Homem. Todo aquele que, de algum modo, faz juz à dignidade suprema de ser tido e havido à conta de herói, está em condições humanamente ideais de evidenciar as potencialidades divinas (ou paradivinas), mediúnicas e demiúrgicas, do ser humano. Com isto, quero eu dizer, cá na minha, que só na qualidade de herói é que a criatura reduz um pouco a distância que a separa do Criador. O mesmo é dizer que, somente em face do herói, terá Deus boas razões para se orgulhar da criatura, razões de peso para se rever nela: pois só o herói – só ele, afinal – dá a Deus ( e aos mortais) a certeza de ter sido o Homem uma criação concebida, e espiritualmente materializada, à imagem e semelhança da grandeza do Criador.


Muitos são os campos da afirmação heróica; muitos e às vezes simultaneos, às vezes concorrentes. É o caso do herói que congraça a coragem e a sabedoria, elevando-se a um plano de vitoriosa supremacia sobre a mediania humana: «numa mão sempre a espada, noutra a pena», «braço às armas feito, mente às musas dada», Luís de Camões é aqui chamado.



Entre as mais altas espiritualizações do heroísmo, é de incluir os santos e mártires da Fé, entendidos como sendo os heróis de Deus; e, logo depois, o herói de condição guerreira – de preferência habitado pelo espírito de cruzada: trabalhado pela ascese cristã; animado e accionado por essa voltagem mística, que dá sentido pleno a todos os ideais vitalistas.



A nível supremo, o herói configura, assim, o modelo do homem idealmente perfeito, que consegue reunir em si um difícil equilíbrio de virtudes, ou toda uma gama de desmesuras coroadas pela religião.



É apanágio do herói transcendentalizar-se, isto é, humanificar, ou humanizar, a transcendência divina, com a imanência do próprio valor, e consumar, por aí, uma personalidade de excepção, que a façanha (ou proeza) heróica autentificará.



Quanto ao heroísmo, não será propriamente um estado (ou sê-lo-á, quanto muito, de maneira latente e latejante). As mais das vezes, consigna um momento, esporádico, um lampejo, fulgurante, de transcensão e ultrapassagem, consagrando, desse modo, todo um código de acendrada determinação e de superadora estoicidade.



Concretamente. Herói é todo aquele que no tempo se levanta para a Eternidade. Quando o tempo vem cobrar o quinhão de anos que lhe adiantou no nascimento, chega tarde. Porque, a essas horas, já o herói conquistou no tempo a intemporalidade, a poder de cometimentos que, não raro, se chancelam numa eternidade de segundos.



Ora, no tempo decaído em que vivemos, está bem de ver que o sucedâneo do heroísmo é o vedetismo (no cinema, no teatro, no desporto, etc…) Acresce que as teorias filosóficas do absurdismo – rendendo laudas à imotivação e à ausência de finalidade da existência – põem desde logo em causa a validade humana do herói. Serve-se frio. «Serve-se morto» – diz-nos Reinaldo Ferreira em «Receita para fazer um Herói.» Porque heróis, só por receita. Lá para esses abstrusos «do absurdo», só assim se confeccionam heróis; por meio de receita aviada. De contrário, revelam-se inobtíveis, visto que a fauna existencialista não produz disso. E nem admira que não: figurantes de trazer na botoeira da existência, exibe-os a vida na lapela. Compreende-se: na lapela. Quando muito, aí…que a mariquice mental não entende além desses janotismos!

1 comentario:

  1. Interesantes artigos e blogue.
    Mudamos a direcçom web e aquí estamos de novo:

    http://nacionalistasgz.blogspot.com/

    ResponderEliminar