OSEIRA, o el sonido de un lenguaje perdido.
En el profundo interior de Galiza, donde confluyen los límites de las provincias de Ourense, Pontevedra y Lugo al final de un valle rodeado de suaves montañas y en la margen derecha del río Ursaria, se comenzó a levantar allá por el año 1.137 lo que con el tiempo llegó a ser denominado como el “Escorial gallego”. Y ciertamente, tal como nos relata el genial escritor rumano Vintila Horia, en su viaje a tierras gallegas allá por los años 60, perfectamente supo intuir que dicho monasterio carcomido por el tiempo era un conjunto impresionante y evocador de misterios, como veremos a continuación. Quien escribe estas líneas, lo “descubrió” en 1991 junto con dos compañeros de aventuras políticas y búsquedas espirituales.
El origen y su desarrollo.
Según parece fueron cuatro –como los elementos- los monjes y antiguos caballeros quienes se establecieron allí bajo la Orden del Cister. A ellos se les unió en 1.142 un quinto elemento, un monje peregrino a Compostela, un alemán llamado Famiano, que es considerado santo.[2] Y es que como dice Virgilio, Dios se complace en los números impares y con estos cinco monjes se iluminará un primitivo cenobio en UR-seira. Tierra de osos, como bien indica su toponimia y como ha quedado reflejado en su heráldica con dos osos rampantes sobre un árbol: en concreto un majestuoso y vetusto pino.
El paso de los años y la lamentable Desamortización de Mendizábal, la exclaustración en 1.835 y el saqueo generalizado hizo mella durante un siglo de abandono. Con el regreso en 1.929 de los monjes se comenzó a restaurar las partes deterioradas, obra magna que se prolongó durante tres cuartos de siglo.
No era simple cuestión de azar que nuestros antiguos monjes medievales eligieran sus emplazamientos por una cuestión de belleza natural, además de la soledad que añoraban y exigía su ascesis. También sus percepciones con respecto al entorno natural en el que vivían nos lo confirman y no simplemente serían intuiciones. Sabemos que poseían conocimientos precisos y así por ejemplo se reflejarían en tierras gallegas en el caso de Oseira, como en otro importante monasterio gallego como Sobrado dos Monxes, establecido éste último en una zona de enorme densidad megalítica.
San Bernardo
El románico que podemos observar en la iglesia de Oseira es austero puesto que sigue las directrices del Cister, con ausencia de capiteles labrados con imágenes simbólicas en sus piedras, simplemente adornos vegetales, si bien podemos encontrar un par de dinteles con ruedas solares a modo de esváticas. Y en la primitiva capilla románica anexa a la izquierda de la iglesia solo encontraremos unas cruces célticas en sus capiteles de entrada, junto con alguna enigmática espiral labrada en su interior. Esos son los pocos símbolos de época románica que encontramos entre sus muros.
San Bernardo fue un “revolucionario espiritual” en el seno del Cristianismo, hombre de una importancia capital para comprender el siglo XII. Es significativo que el propio Dante en su Divina Comedia (Canto XXXI) después de apartarse de su Beatriz y ocupar su trono de bienaventuranza, durante el recorrido que hace por los cielos, ya en la Cándida Rosa, quien le acompaña en ese estado y quien le habla es el propio San Bernardo. René Guénon nos describe al santo como un hombre “…siempre entregándose enteramente a la ascesis y a la contemplación sin que nada viniera a distraerle de lo que era según sus ojos, según la palabra evangélica “la única cosa necesaria”[4] Guénon, en correspondencia privada con A.K.Coomaraswamy nos da luz sobre la capital importancia de este singular monje. San Bernardo, perteneciente a la nobleza borgoñona y por lo tanto con una educación especial, es él quien traza las orientaciones de misión celeste y caballería cristiana que darán lugar a la Orden del Temple, diciendo sobre este escrito dedicado al místico, que “logré sin embargo introducir en él algunas alusiones que, para aquellos que las comprenden, pueden dar una idea del verdadero carácter del personaje. En efecto, este carácter para mí, es iniciático y no simplemente místico”[5]
No olvidemos que el apóstol Santiago el Mayor, fue considerado santo patrón de los alquimistas y de las ciencias cosmológicas, pero paradójicamente las referencias explícitas a la alquimia en Compostela son casi nulas, a no ser ciertas interpretaciones del Pórtico de la Gloria.
[1] “España y otros mundos”, Vintila Horia. En su capítulo “Galicia como Europa”. Ed. Plaza&Janés Barcelona 1970, Págs. 31-34
[3] “Perspectivas espirituales y hechos humanos” F. Schuon. Ed.Olañeta. P. de Mallorca 2001. Pág.41
[4] “San Bernardo”, René Guénon. En “Esoterismo cristiano” Vía Directa Ed. Valencia 2007. Pág. 107
[5] R. Guénon, obra citada, pág. 116 A ello tendríamos que añadir un poema atribuido al propio San Bernardo, “Membra Jesu Nostri”, musicado por D. Buxtehude, donde se hace un recorrido por el cuerpo de Jesús, “curiosamente” dividido en 7 partes, a semejanza de los centros sutiles . J.G. Gichtel dentro del esoterismo cristiano reflejó esta teoría de los centros sutiles análoga de la doctrina hindú de los chakras en su “Teosophia practica”
[6] “Consulta o memoria de Orosio a Agustín sobre el error de los Priscilianistas y Origenistas”. Según este texto los priscilianistas poseían una doctrina en la cual se contemplaba algo semejante a la teoría de las Gunas hindú.
[7] Fulcanelli. “Finis Gloriae Mundi” Ed. Obelisco. Pág. 10
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